El bar de la Susy (tercera parte)

CAPITULO 1

CAPITULO 2

Nunca podré olvidar la primera vez que acudí al bar de la Susy. De la misma forma que no podré olvidar la primera borrachera, o la primera pelea, ni la primera vez que los «grises» me rompieron el brazo.

Ese día lo tengo grabado en mi mente. Y creo que ella tambien, o eso dice.

Mi padre me llevó. Habiamos celebrado la comunión de mi hermana, era Mayo. Como se hacía entonces, el convite fué en la casa de mis padres, mas concretamente en el patio común. Bueno, esa era la intención, porque empezó a llover cuando saliamos de la iglesia y no paró hasta bien entrada la noche. Tuvimos que meter a todos los invitados en el salón y otras habitaciones de la casa, hasta la vecina nos dejó su piso , a cambio , eso si, de que le dieramos el recordatorio de Paulina. Bueno, el caso es que a eso de las 10 de la noche, ya solo quedaban los mas cercanos, y nos quedamos sin cervezas. Mi padre, dijo que eso no podia ser y me llevó con él al bar, para que entre los dos pudiesemos traer mas botellas.

Nunca me habia metido por esas callejuelas, y hasta creí que me habia perdido. Mi padre iba un poco borracho, y con lo que llovía, no podía fijarme en otra cosa que en el suelo. Creía que estabamos dando vueltas y vueltas sin sentido. Al final, nos metimos por una puerta de madera y cristal.

Mis gafas se empañaron por el contraste de temperatura. Allí dentro habia mas humo que el que yo nunca habia visto. Había 4 ó 5 hombres en la barra, y otros tantos en las mesas. Todos saludaron a mi padre, todos menos uno que dormia en un rincón, en un extraño equilibrio entre la banqueta y la barra, mientras sostenia un vaso en una mano y un cigarro encendido en la otra. En apenas unos segundos ese cigarro amenazaba con quemarle los dedos.

-Eh!! Raimundo, ¿a quien traes ahi?, jaja. ¿Ya quieres iniciar al chaval en este mundo?. Jaja.

-Viene a ayudarme, y ademas, ¿a ti que te importa?.

-Querrás decir que viene para llevarte luego a casa, que si no, no la vas a encontrar.

La carcajada fué general.

-Vete a la mierda, Fermin!. Susy!!, ponme un soberano- dijo mi padre mientras se acercaba hacia el fondo del bar- , y una docena de cervezas

para llevar.

Me soltó de la mano

-Tú quedate aqui, que voy a cambiarle el agua al canario- y se fué a una puerta donde se leía con dificultad «urinarios».

Me quedé pegado a la pared, y de repente se me acercó una mujer, la única que por alli habia.

-¿Cómo te llamas, guapetón?

-Gerardo- dije yo

-Yo me llamo Susy, soy la dueña ¿sabes?, y no hagas caso a estos, están todos borrachos. Tienen mucha boca, pero pocos güevos. No te harán nada.

En ese momento, el hombre del rincón, sin despertarse, dió una calada a su cigarro, justo en el momento es que éste le iba a quemar.

-¿quieres tomar algo, prenda?- dijo la Susy

Negué con la cabeza. Del interior de la habitación donde se habia metido mi padre, salian unos ruidos.

-Vaya tajada que lleva tu padre, ya está vomitando, y no tengo serrín, mierda!!.

Yo estaba asustado, pensaba que mi padre nunca saldría de alli. El tipo del rincon tiró el cigarro ya consumido al suelo, y gritó:

-Susy, ponme un vino.

-Te esperas!!!!.- Entonces se dirigió a mi- Mira, será mejor que te tomes algo. Tu padre tiene para un rato.Quieres una pepsi?

-Bueno, gracias.

La Susy se metió por debajo de la barra, y apareció al otro lado, sacó una botella y un vaso. Echó un trozo de limón. Se acercó al del rincón , y le llenó el vaso que tenía vacio. Me acercó mi pepsi

-¿La quieres con pajita?

Todos se echaron a reir, hasta el que estaba dormido.

-A mi!, a mi!!,- gritaban algunos.

-Sois unos cerdos, os voy a echar del bar, por guarros. – gritó ella

Justo en ese momento salió mi padre.

-Y el soberano?? Susy!!, ¿donde está mi coñac?.

-Ya va!!!!.

Estuve alli durante un buen rato, mi padre se tomó, no uno, sino 3 soberanos, y yo me quedaba mirando a todos esos tipos, el del rincón, se encendía cigarro tras cigarro, y bebía vaso, tras vaso, sin abrir los ojos. Otros jugaban al dominó, y alguno se acercaba demasiado a la Susy, porque ésta lo despachaba con viento fresco, y con alguna otra palabra.

Al final, se acercó y me dijo:

-Será mejor que te lleves a tu padre de aqui, lleva mucho alcohol en el cuerpo

Le metió la mano en el bolsillo y sacó unas monedas

– Ya me he cobrado Raimundo, vete con el chaval.

Ella me dió dos besos, que me supieron a suciedad. No se si fué por el carmín de sus labios, tan pegajoso, o por el sudor de sus mejillas, o por el olor que despedía, o por todo a la vez. Pero me prometí no volver a pisar ese antro.

Salí con mi padre, habia parado de llover, y nos costó mucho encontrar la salida, por supuesto las cervezas nos las dejamos en el bar. Cuando llegamos a casa, no quedaba nadie. Mi madre se habia dormido, mi hermana tambien. Me metí en la cama vestido, sólo me quité los zapatos, y durante mucho tiempo no pude conciliar el sueño, en mi mente estaba la imagen de esa mujer que me traía recuerdos sucios, olores extraños y ganas de vomitar. Al final los ronquidos de mi padre, sirvieron de nana y concilié el sueño.

Había sido mi «bautizo» en el bar, y aunque no lo sabía, iba a tardar poco en volver.

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