Leo en el blog de Enrique Dans que el gobierno británico está experimentando el desarrollo de matrículas dotadas de un chip RFID activo, provisto de baterías autónomas, que le permiten emitir con una potencia superior que lo hace detectable desde una distancia suficientemente razonable para ese uso. Un lector situado en un poste podría captar e inventariar a la totalidad de coches pasando por ella. Dos lectores situados a la distancia adecuada podrían ser un control de velocidad permanente. La autorización se dio la semana pasada, las pruebas de las allí conocidas como «microchipped number plates» empezarán a finales de este año. Además de añadir control y seguridad, estas matrículas son virtualmente infalsificables, lo que evitaría el problema de falsificación que ahora tienen debido a los intentos por evitar el congestion charge de Londres.
La señal incorporaría, por supuesto, datos del coche como marca, modelo, color, año, etc. pero también datos de la compañía aseguradora y la validez de la póliza que lo cubre. El lector es sumamente sencillo, basado en tecnología no excesivamente cara, y con muchísima más fiabilidad que los actuales sistemas basados en el reconocimiento óptico de los caracteres de la matrícula, que fallan en un 10%-25% de los casos.
Es un tema controvertido que está al límite entre control y privacidad. Pero poco a poco estos dispositivos se van a ir incorporando a nuestras vidas, aunque no sin polémica.