Dos millones de euros diarios. Esa es la multa con la que la Comisión de la Unión Europea amenaza a Microsoft por no cumplir las sanciones que le impuso tras el culebrón del año pasado a causa de sus prácticas monopolísticas
Si recordamos el caso, la Unión Europea sancionó a Microsoft con una multa de 497 millones de euros por impedir la interoperabilidad de sus sistemas y por incluir Windows Media Player en Windows. La sanción incluía ofrecer una nueva versión de Windows sin el reproductor multimedia y facilitar toda la documentación sobre sus sistemas necesaria para que los servidores controlados por sistemas operativos de la competencia pudiesen comunicarse con Windows. No se exigía ni se exige que Microsoft publique el código fuente de Windows ni que se lo facilite a ninguno de sus competidores (como he leído en algún medio), sólo la información sobre el interfaz de sus sistemas de comunicaciones.
Meses después de unas sanciones ejemplares, todo indica que Microsoft está retando a la Unión Europea, empecinada en mantener la incompatiblidad con otros sistemas, algo que una administración pública no debería poder permitirse. Ser dependiente de la tecnología de una única compañía es algo a evitar, estratégicamente para cualquier empresa y con más razón en una administración pública, y es conseguible exigiendo el cumplimiento de estándares abiertos a las empresas que concurran a los concursos correspondientes.
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Y el caso es que Microsoft ha dicho que recurrirá la sanción, pero que pagará. Por dineros que no sea.