Esto que pienso contar se escapa de la temática de este blog, pero es un caso especial, y me veo en la obligación de contarlo. En parte por aquello de «Es de bien nacidos el ser agradecidos».
Ayer tuve la mala suerte de tener un pequeño accidente con mi moto. El asfalto mojado, las señales del suelo, y un frenazo a destiempo fueron los componentes de un cóctel que hizo que mis huesos acabaran rodando por el suelo, y acabar bajo la trasera de un camión, que afortunadamente estaba parado.
El caso es que inmediatamente recibí la atención y la ayuda de varias personas que vieron el percance. Debido a mi conmoción no estoy seguro de haberles agradecido su ayuda. Fueron los ocupantes del camión y algún otro que estaba por allí. Asimismo el personal de SALUD, tanto en el lugar del accidente, como posteriormente en el hospital, me atendieron correctamente.
Desde aqui, quiero agradecérselo. No creo que se encuentren entre mis lectores habituales (sería mucha casualidad), pero no tengo otro medio a mi alcance en este momento.
Por mi parte, no ha sido nada grave, tengo recuerdos del momento en forma de hematomas, hinchazones, dolores musculares, etc. Y es que los cuerpos a partir de ciertas edades nos recuerdan que hay que tratarlos con mimo.
Gabriel, majo… lo importante es que nos lo estás contando.
Los cardenales y las «porrauras» se pasan pronto.
Y ya sabes, hay dos clases de motoristas, los que se han caído y los que están a punto de hacerlo.
Abrazos, y a mejorarte.
Alguna enfermera tetorra güena ???
Vaya por Diox…En fin, como dice Javier, tarde o temprano nos toca caernos (la mía, despues de seis años perfectos, fue una caida tonta a 30 a la salida de una rotonda con asfalto deslizante)…La verdad es que lo de la pintura que usan en los pasos de cebra y similares no tiene nombre, es una (otra) trampa mortal para moteros…
Ahora ya sabes: A volver a montar lo antes posible 😉
A mi de siempre me han dado mucho miedo las motos por ciudad…
A cuidarse y a mejorarse.
Gracias a todos.
Menos mal que no ha pasado nada. Cuidate 🙂