Dónde ahora hay un restaurante, creo.
Era en la calle San Miguel, al principio, un poco antes del cine Goya, que entonces era uno solo, luego fueron cuatro, y ahora no es nada.
La entrada era pequeña, y unas largas y estrechas escaleras, te introducián en un largo, larguísimo local, lleno de mesas de billares.
Cerca de cada mesa una caja en la pared con las 3 bolas para jugar, la roja, la blanca, y la blanca con un punto negro. Los tacos y las tizas a mano.
Los tapetes estaban mas o menos bien conservados, aunque las mejores mesas eran para los «fijos» y profesionales. A los chavales como yo de escasos dieciséis años, nos dejaban las mesas peores, pero no importaba.
Un anciano, o al menos nos lo parecía entonces, era el que controlaba el tiempo. Abría la caja de las bolas, y te decía las tarifas. Media hora, 30 pesetas, la hora, 50. O algo así.
Eran momentos de una extraña libertad. No sabíamos ni coger el taco, y si salía una carambola, era de eso, de carambola, pero las horas pasaban despacio, entre tapetes verdes, bolas de colores, y sonido de choque entre esferas de marfil.
Luego esas tristes escaleras te devolvían a las calles, cogías el autobús, y de vuelta a casa.
Y todo esto he recordado, asi de repente, tras ver Siete mesas de billar francés.
Los recuerdo Gabriel, de hace pero mucho y SI está ahora un restaurante. Estaría genial conseguir algunas fotos de ese local. A ver…. también recuerdo los billares de una parte del nuevo PLATA, junto a la famosa condonería. Qué tiempos !!!!
Muy cerquica de ahí, pero muchos años antes y por la misma técnica del señor que te controlaba el tiempo, jugábamos al pin-pon.
Las sensaciones que describes eran exactamente lasmismas
Abrazotes zara-goza-nos
Y puestos a recordar billares antiquísimos, no se si tenéis constancia de los billares de «La Unión» en lo que hoy es el Palacio de Sástago de la DPZ. Un oscuro pasillo marcado con señales (A)narquistas conducía a una enorme sala de juego profesional. Un bar con mesas añejas colgaba de unas escaleras estrechas y unos servicios que mejor no describir.
Son recuerdos de una juventud distinta.
Lo de las fotos sería genial solo que casi imposible (supongo)
hola, estaba leyendo este post, y me acorde de esas escaleras, de ese olor, a tigre :-).-) y de muchos amigos que deje en ese local, casi me juego la carrera por jugar tanto, pero me ha gustado acordame, creo que ese recuerdo lo tenia guardado, pero no olvidado, gracias Gabriel, por despertarlo.