En pocos días he tenido varias situaciones con clientes que me apetece compartir. No se como tildarlas, si de inconscientes, de desconfianza, de desconocimiento… o de todo a la vez.
Situación 1:
Cliente que tiene contratados servicios de alojamiento y dominios con un proveedor «de toda la vida», con una atención al cliente exquisita, con los que nunca ha tenido un problema. Su empresa de servicios tiene una web que debe estar operativa las 24 horas del día, una caída de un par de horas le provocaría pérdida de clientes segura, que está pagando lo mínimo por ese alojamiento, pero… ha oído hablar de otra compañía que ofrece alojamientos y dominios por 1 euro al año, y quiere cambiar. Estás con él mas de una hora explicándole que ese nuevo proveedor no tiene un teléfono de contacto, no te da un servicio personalizado, ni tan siquiera te ofrece los mismos servicios, pero imitando a Paco Martínez Soria en «Don erre que erre», se aferra a que el precio es infinitamente inferior, y que la situación no está para tirar el dinero. La hora que dedicas a convencerle cuesta mas que lo que paga al año por el primer alojamiento, pero no hay nada que hacer. Solicita el cambio. A dia de hoy su web no funciona correctamente.
Situación 2:
Empresa que tiene presencia en Facebook, pero que en lugar de tener página, tiene un perfil que está llegando a los 5.000 amigos. Y ha oído hablar de que se puede pasar un perfil a página, y le dices que si, que se puede, pero que antes hay que hacer una serie de cosas, una copia del muro, de las fotos, etc. , que posteriormente habrá que hacer bien la página, solicitar la url personalizada, etc, Y que si quiere se la haces, pero que eso es tiempo, y se lo tendrás que facturar. Cara de estupefacción (y aquí comienza uno de esos diálogos tan repetidos en este mundillo):
-¿Me vas a cobrar por algo que te cuesta un rato?.
-Primero, no me cuesta un rato; segundo, me pagas porque yo lo se hacer y tú no; y tercero, puedes hacerlo tu si quieres, hay muchos sitios en internet que te explican muy bien como hacerlo.
La cosa acaba con un «pues ya veré lo que hago«… tras dos semanas, lo que ha hecho ha sido abrir otra página en Facebook, y ahora está invitando a todos los amigos a hacerse fan…. lleva 13.
Llegados a este punto, yo siempre cuento la misma anécdota: Hace unos meses tuve que llamar a un electricista de urgencia porque saltaba continuamente el diferenciador de casa sin poder saber que lo provocaba. A la media hora vino uno, detectó el problema (era un enchufe de la cocina), y su trabajo fue ese, decir «ese es el problema», y me cobró la salida, la urgencia, y su hora de trabajo (aunque estuvo 30 minutos), total, 170 euros. Y me planteo muchas veces que eso es lo que debería hacer. No se valora este trabajo. Como es estar delante de la pantalla, y casi todo se hace con un par de clics, no se tiene en cuenta todo lo demás…
Duro trabajo éste… 😉