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El Ayuntamiento de Tarragona (PSC-ERC) ha anunciado que todas las niñas nacidas a partir de este año que lleven el nombre de Tecla, la patrona de la ciudad, recibirán una beca para los libros de texto y otra de estudios. La medida pretende ser «un estímulo» para impedir que «se pierda el nombre de nuestra patrona» (Santa Tecla), según el alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros.
«Desde el convencimiento que tengo de que es un elemento que hace tarragonismo, les anuncio que todas las niñas que a partir de este año nazcan y reciban el nombre de Tecla serán apadrinadas por parte del alcalde en nombre del Ayuntamiento de Tarragona, recibirán una beca para los libros de texto y una beca de estudios», ha anunciado el alcalde.
El portavoz del PP en el Ayuntamiento de Tarragona, Alejandro Fernández, ha tachado la iniciativa de «frívola y populista» y ha criticado que el consistorio ofrezca becas «sólo por el nombre y no por la renta o el esfuerzo, que son los parámetros por los que se ha de dar una beca».
Según Fernández, que un alcalde apadrine a niñas «sólo por su nombre» es «de un populismo digno de Hugo Chávez».
Y tu…¿llamarías a tu hija asi por obtener ese beneficio?
Hace unos meses empecé a oir cosas sobre Gdrive, el servicio de almacenamiento masivo que estaba preparando Google.
Se trata de un servicio gratuito asociado a la cuenta de Gmail, para que cualquier usuario pueda subir ficheros a la red, y asi tenerlos disponibles en cualquier momento. En un principio, al estar limitada por la capacidad del correo, no sobrepasaría los 7 Gb aproximados que permite almacenar.
Sin embargo este año se está empezando a comentar que a lo mejor la cosa cambia, y el espacio asignado es mucho mayor para que se pueda tener una copia completa de cualquier disco duro (al menos de los datos), e incluso, en una fase posterior, hacer que esa unidad virtual tenga su propio sistema operativo y se comporte como si de un ordenador (virtual) se tratase.
Es decir que dependeríamos completamente de la red, y de Google para cualquier cosa que quisiésemos hacer. Y no lo veo del todo mal. Al fin y al cabo lo que buscamos es la ubicuidad, tener todo a mano en cualquier momento, olvidarnos de los dispositivos de almacenamiento, y tener todo centralizado. Optimizando la seguridad, adaptando la red a unas velocidades en concordancia a lo que pretendemos, y haciendo una formación en ese sentido hacia los usuarios, a la larga es lo mas aconsejable. Lo que no quita que exista la posibilidad de tener copia de la información en local, y de decidir siempre lo que se quiere o no compartir.
Pero lo dicho, tener al alcance de la mano en cualquier momento, y en cualquier lugar toda la información que somos capaces de generar y de asimilar, no tiene precio.
Información relacionada:
Vendo este cortafuegos de DLINK, modelo DFL-800
Está sin estrenar, con su embalaje original.
El precio de este aparato es de unos 500 euros, pero lo vendo por 350 euros.
Si alguien está interesado, que deje un comentario y me pondré en contacto con él
Lo he descubierto hoy, y ya estoy enganchado. Se llama Spotify, y descargando una aplicación de su web, y dándose de alta, tienes acceso a una cantidad brutal de música.
Es parecido a Itunes en su aspecto ,pero con la ventaja de que la música no está en tu equipo, simplemente la buscas, y la escuchas. Puedes hacerte listas con temas, e incluso (una de las mejores cosas que he visto) es que las listas las puedes compartir con otros usuarios.
Aqui lo explican muy bien todo
Me han mandado una web en la que hay listas de reproduccion ordenadas por popularidad, o por temas. Aqui explican como funciona
Y haciendo búsquedas de artistas no muy conocidos, los resultados son muy buenos. Le ha salido un serio competidor a Itunes y a Blip.
Asi se me quedó la cara ayer al recibir la factura del gas. Me cobraban casi mil euros. Acostumbrado a facturas bastante mas bajas, supuse que se trataba de un error al tomar los datos. Y así era. En lugar de un 5 había puesto un 5 en las unidades de millar y claro, en lugar de ser cinco mil y pico los metros cúbicos consumidos, eran mas de seis mil.
Una llamada para presentar la queja y solucionado, se devuelve el recibo, ellos cargan con los gastos, y emitirán factura nueva con la cifra correcta.
Pero me pregunto, ya que llevan tanto control y gráficas con lo consumido en el último año, y ven que mi consumo medio está muy, pero que muy lejos de esas cifras, ¿no sería mejor volver a tomar la cifra, o llamar para preguntar?. Claro que eso es un gasto extra para ellos, y si cuela, cuela, pero el susto que te meten es curioso.
Digizen publica el discurso completo de Barack Obama traducido al castellano, pero con el añadido de una nube de palabras que han generado.
Como no podía ser de otra forma, destacan las positivas:
El discurso:
Me presento aquí hoy humildemente consciente de la tarea que nos aguarda, agradecido por la confianza que habéis depositado en mí, conocedor de los sacrificios que hicieron nuestros antepasados. Doy gracias al presidente Bush por su servicio a nuestra nación y por la generosidad y la cooperación que ha demostrado en esta transición.
Son ya 44 los estadounidenses que han prestado juramento como presidentes. Lo han hecho durante mareas de prosperidad y en aguas pacíficas y tranquilas. Sin embargo, en ocasiones, este juramento se ha prestado en medio de nubes y tormentas. En esos momentos, Estados Unidos ha seguido adelante, no sólo gracias a la pericia o la visión de quienes ocupaban el cargo, sino porque Nosotros, el Pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antepasados y a nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de estadounidenses.
Es bien sabido que estamos en medio de una crisis. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio de gran alcance. Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era. Se han perdido casas; se han eliminado empleos; se han cerrado empresas. Nuestra sanidad es muy cara; nuestras escuelas tienen demasiados fallos; y cada día trae nuevas pruebas de que nuestros usos de la energía fortalecen a nuestros adversarios y ponen en peligro el planeta.
Estos son indicadores de una crisis, sujetos a datos y estadísticas. Menos fácil de medir pero no menos profunda es la destrucción de la confianza en todo nuestro territorio, un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y la próxima generación tiene que rebajar sus miras. Hoy os digo que los problemas que nos aguardan son reales. Son graves y son numerosos. No será fácil resolverlos, ni podrá hacerse en poco tiempo. Pero debes tener clara una cosa, América: los resolveremos.
Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política.
Seguimos siendo una nación joven, pero, como dicen las Escrituras, ha llegado la hora de dejar a un lado las cosas infantiles. Ha llegado la hora de reafirmar nuestro espíritu de resistencia; de escoger lo mejor que tiene nuestra historia; de llevar adelante ese precioso don, esa noble idea, transmitida de generación en generación: la promesa hecha por Dios de que todos somos iguales, todos somos libres, y todos merecemos una oportunidad de buscar toda la felicidad que nos sea posible.
Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, sabemos que esa grandeza no es nunca un regalo. Hay que ganársela. Nuestro viaje nunca ha estado hecho de atajos ni se ha conformado con lo más fácil. No ha sido nunca un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo, o no buscan más que los placeres de la riqueza y la fama. Han sido siempre los audaces, los más activos, los constructores de cosas -algunos reconocidos, pero, en su mayoría, hombres y mujeres cuyos esfuerzos permanecen en la oscuridad- los que nos han impulsado en el largo y arduo sendero hacia la prosperidad y la libertad.
Por nosotros empaquetaron sus escasas posesiones terrenales y cruzaron océanos en busca de una nueva vida. Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y colonizaron el Oeste; soportaron el látigo y labraron la dura tierra. Por nosotros combatieron y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn. Una y otra vez, esos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener las manos en carne viva, para que nosotros pudiéramos tener una vida mejor. Vieron que Estados Unidos era más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales; más grande que todas las diferencias de origen, de riqueza, de partido.
Ése es el viaje que hoy continuamos. Seguimos siendo el país más próspero y poderoso de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando comenzó esta crisis. Nuestras mentes no son menos imaginativas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado ni el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el periodo del inmovilismo, de proteger estrechos intereses y aplazar decisiones desagradables ha terminado; a partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a trabajar para reconstruir Estados Unidos.
Porque, miremos donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía exige actuar con audacia y rapidez, y vamos a actuar; no sólo para crear nuevos puestos de trabajo, sino para sentar nuevas bases de crecimiento. Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que nutren nuestro comercio y nos unen a todos. Volveremos a situar la ciencia en el lugar que le corresponde y utilizaremos las maravillas de la tecnología para elevar la calidad de la atención sanitaria y rebajar sus costes. Aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y nuestras universidades para que respondan a las necesidades de una nueva era. Podemos hacer todo eso. Y todo lo vamos a hacer.
Ya sé que hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones, quienes sugieren que nuestro sistema no puede soportar demasiados grandes planes. Tienen mala memoria. Porque se han olvidado de lo que ya ha hecho este país; de lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un propósito común y la necesidad al valor.
Lo que no entienden los escépticos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven. La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno interviene demasiado o demasiado poco, sino si sirve de algo: si ayuda a las familias a encontrar trabajo con un sueldo decente, una sanidad que puedan pagar, una jubilación digna. En los programas en los que la respuesta sea sí, seguiremos adelante. En los que la respuesta sea no, los programas se cancelarán. Y los que manejemos el dinero público tendremos que responder de ello -gastar con prudencia, cambiar malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día-, porque sólo entonces podremos restablecer la crucial confianza entre el pueblo y su gobierno.
Tampoco nos planteamos si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su capacidad de generar riqueza y extender la libertad no tiene igual, pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede descontrolarse, y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos. El éxito de nuestra economía ha dependido siempre, no sólo del tamaño de nuestro producto interior bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad de ofrecer oportunidades a todas las personas, no por caridad, sino porque es la vía más firme hacia nuestro bien común.
En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros Padres Fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, elaboraron una carta que garantizase el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha perfeccionado con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo, y no vamos a renunciar a ellos por conveniencia. Por eso, a todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo.
Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención.
Somos los guardianes de este legado. Guiados otra vez por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen un esfuerzo aún mayor, más cooperación y más comprensión entre naciones. Empezaremos a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán. Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa, y a quienes pretendan conseguir sus objetivos provocando el terror y asesinando a inocentes les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no podéis romperlo; no duraréis más que nosotros, y os derrotaremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Somos lo que somos por la influencia de todas las lenguas y todas las culturas de todos los rincones de la Tierra; y porque probamos el amargo sabor de la guerra civil y la segregación, y salimos de aquel oscuro capítulo más fuertes y más unidos, no tenemos más remedio que creer que los viejos odios desaparecerán algún día; que las líneas tribales pronto se disolverán; y que Estados Unidos debe desempeñar su papel y ayudar a iniciar una nueva era de paz.
Al mundo musulmán: buscamos un nuevo camino hacia adelante, basado en intereses mutuos y mutuo respeto. A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis. A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte; pero estamos dispuestos a tender la mano si vosotros abrís el puño.
A los habitantes de los países pobres: nos comprometemos a trabajar a vuestro lado para conseguir que vuestras granjas florezcan y que fluyan aguas potables; para dar de comer a los cuerpos desnutridos y saciar las mentes sedientas. Y a esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros debemos cambiar con él.
Mientras reflexionamos sobre el camino que nos espera, recordamos con humilde gratitud a esos valerosos estadounidenses que en este mismo instante patrullan desiertos lejanos y montañas remotas. Tienen cosas que decirnos, del mismo modo que los héroes caídos que yacen en Arlington nos susurran a través del tiempo. Les rendimos homenaje no sólo porque son guardianes de nuestra libertad, sino porque encarnan el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Y sin embargo, en este momento -un momento que definirá a una generación-, ese espíritu es precisamente el que debe llenarnos a todos.
Porque, con todo lo que el gobierno puede y debe hacer, a la hora de la verdad, la fe y el empeño del pueblo norteamericano son el fundamento supremo sobre el que se apoya esta nación. La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino.
Nuestros retos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los afrontamos pueden ser nuevos. Pero los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo- son algo viejo. Son cosas reales. Han sido el callado motor de nuestro progreso a lo largo de la historia. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades. Lo que se nos exige ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, nuestro país y el mundo; unas obligaciones que no aceptamos a regañadientes sino que asumimos de buen grado, con la firme convicción de que no existe nada tan satisfactorio para el espíritu, que defina tan bien nuestro carácter, como la entrega total a una tarea difícil.
Éste es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Ésta es la fuente de nuestra confianza; la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto.
Éste es el significado de nuestra libertad y nuestro credo, por lo que hombres, mujeres y niños de todas las razas y todas las creencias pueden unirse en celebración en este grandioso Mall y por lo que un hombre a cuyo padre, no hace ni 60 años, quizá no le habrían atendido en un restaurante local, puede estar ahora aquí, ante vosotros, y prestar el juramento más sagrado.
Marquemos, pues, este día con el recuerdo de quiénes somos y cuánto camino hemos recorrido. En el año del nacimiento de Estados Unidos, en el mes más frío, un pequeño grupo de patriotas se encontraba apiñado en torno a unas cuantas hogueras mortecinas a orillas de un río helado. La capital estaba abandonada. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en el que el resultado de nuestra revolución era completamente incierto, el padre de nuestra nación ordenó que leyeran estas palabras:
«Que se cuente al mundo futuro… que en el más profundo invierno, cuando no podía sobrevivir nada más que la esperanza y la virtud… la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro común, se apresuraron a hacerle frente».
América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras dificultades, recordemos estas palabras eternas. Con esperanza y virtud, afrontemos una vez más las corrientes heladas y soportemos las tormentas que puedan venir. Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos; y que, con la mirada puesta en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, seguimos llevando hacia adelante el gran don de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones futuras.
Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.
Al igual que el año pasado (I y II), publico aqui unos mensajes SMS para mandar el día de San Valentín:
Se cumplen ahora 50 años de la edición del que probablemente es el mejor disco de jazz de todos los tiempos «Kind of blue» de Miles Davis.
R3 le están rindiendo un homenaje durante toda esta semana.
Hace unos días publiqué un artículo que me envió Alberto Ortiz de Zárate para la revista de AJE. Para esa misma revista mandé unas cuantas preguntas a Enrique Dans relacionadas con la web 2.0 y la empresa, que gentilmente contestó (gracias de nuevo) y aqui está, para que todos la podáis leer, una vez publicada:
La nueva web, tiene todo puntos a favor de la empresa actual, sin embargo, no termina de ser utilizada en ese sentido. ¿Crees que la empresa pequeña española está preparada para dar ese paso?
La nueva web es, ante todo, una fuerza democratizadora: la mayor parte de las funcionalidades están al alcance de cualquiera de un modo práctico, sin necesidad de conocimientos especializados y con un coste asequible. Los problemas para la PYME provienen no de la tecnología, sino de la mentalidad: personas incapaces de entender que parte de la vida de sus clientes, usuarios, empleados y competidores se desarrolla en la red, y que en la red es donde hay que estar para entenderlos, comunicarse con ellos, construir marca o comunicar información. Muchos empresarios españoles siguen viendo Internet como un sitio para enviar y recibir chistes, para perder el tiempo, ¡los hay incluso que impiden a sus empleados el acceso a Internet, como si los castigasen sin salir al patio! No, el problema no hay que buscarlo en la tecnología ni en la red, sino en la presencia de mentalidades más típicas de la Edad Media y del miedo a lo desconocido que de principios del siglo XXI.
¿Cómo se puede transmitir a la pequeña empresa que en la red hay vida mas allá del mail y de la web corporativa?
Lo más efectivo suele ser demostrar, mediante búsquedas y ejemplos, que hay empresas parecidas a las suyas en las que efectivamente se extrae un valor a la presencia en la web, o que hay personas manteniendo conversaciones acerca de sus productos, sus marcas o las de la competencia. El empresario se enfrenta a una realidad compleja llamada mercado, que tiene que intentar entender mediante variables casi binarias y muy pobres, como «compran mis productos, no lo hacen, los compran más o los compran menos», de manera que cualquier tipo de dato adicional suele ser objeto de una cuidadosa valoración.
¿Qué tipo de servicios puede ofrecer una empresa que se lanza por primera vez a la web actual, mas participativa?
Comunicación. Intentar llegar a sus clientes, a su mercado, a los especialistas, etc. de una manera directa, sencilla, sin mentiras, simplemente contando qué se hace y porqué se está convencido de que se hace bien. Cuanta más información y más «sensibilidad» se obtenga, mejor. Se trata de enfrentarse a una web participativa sin miedo, pero también sin complejos: nadie ni nada te obliga a quedarte quieto y no eliminar un comentario soez en tu página, porque es tu página y las reglas las pones tú. Pero una cosa es eliminar, como quien mantiene limpia su casa, y otra no tener en cuenta, o no valorar síntomas si el comportamiento es repetitivo. En general, lo que más puede extraerse de una web bidireccional es conversación, participación, comunicación.
¿Debería haber mas ayudas para las empresas que se quieren meter mas en la internet actual (financiación, formación, créditos, etc?)
Lo que debería haber, fundamentalmente, son menos complicaciones. El problema de la Administración hoy en día no es que incentive, es que directamente desincentiva debido a la desalentadora jungla burocrática que plantea al empresario. La formación siempre es buena, pero debe plantearse como algo abierto, que enseñe a hacer, no que enseñe cómo ser un buen esclavo del producto de una marca determinada como si fuera la única verdad absoluta. Las ayudas y los créditos pueden conseguir efectos interesantes, pero no me parecen definitivos si no parten de los condicionantes adecuados en la propia empresa.
5 consejos para la empresa que se anima a dar el paso e introducirse en la llamada web 2.0
Fundamentalmente, que intentes entender en fenómeno antes de lanzarte a él. Observa qué hacen otras empresas o personas, qué te gusta o no te gusta, cómo lo hacen, qué esperan obtener con ello… aprendes mucho más si participas, si comentas, si experimentas. Después, plantéate qué esperas aportar tú con tu presencia en la web: si lo que quieres es contar al mundo lo bueno que eres o lo mucho que sabes, olvídalo, porque tus conocimientos, por grandes que sean, se agotarán, y te encontrarás repitiend pretenciosamente cosas sin interés o desmotivado pensando «¿de qué diablos hablo hoy?». Piensa cómo una página que se alimente de contenidos de manera natural, sin que haya que desarrollar un esfuerzo ímprobo para actualizarla, puede aportar interés tanto a los que la hacen como a los que la leen. Sé regular, haz que la gente se acostumbre a leerte, pero no esperes a miles de lectores: al principio, la página la leerá tu familia y tus empleados, y seguramente no todos los días, si esperas cientos de lectores te desanimarás. Mide, controla, monitoriza tus estadísticas, pero no te obsesiones con ellas. Y sobre todo, piérdele el miedo a la red, y siéntete a gusto con lo que haces.