Reconozco que este era uno de esos conciertos que pensaba que jamás vería, tener al londinense Declan Patrick MacManus (conocido por Elvis Costello) cerca, tocando sus canciones de siempre para un puñado de gente, era un sueño. Pero Luna Lunera lo consiguió. Su exquisita programación, incluía este año a uno de los mejores compositores del siglo XX.
Elvis Costello ha pasado por tantas fases compositoras, que nunca se sabe con lo que te puede sorprender en directo. Lo que no cabe duda es que saldrá al escenario con ganas de pasarlo bien y de contentar al público con su estilo y su categoría. Por no hablar del control que demuestra delante del público, las posturas heredadas de sus años más juveniles, y la comunión con sus músicos. Y es que son muchos años y mucho bagaje recorriendo todo el mundo.
Pero el sábado era solamente propiedad de los afortunados espectadores que llenaron las 500 localidades del escenario de Luna Lunera. Y salió puntual (como buen británico), con traje, corbata y sombrero. Solo Bere Casillas podría haber mejorado su vestimenta. Y con una banda compuesta solamente de cuerdas y acordeón (The Sugarcanes), la percusión se la debieron dejar en otro lugar. Violín, mandolina, guitarras y acordeón. Solo eso, bueno, solo eso y la categoría de un compositor que lleva desde los 70 sacando discos de calidad, sin importarle las modas. Da lo mismo que lo que se haga sea punk, new-wave o country. Costello tiene suficiente poder compositor para acertar con sus canciones.
Cuando salió al escenario de Sos, atacó con “Mystery Train” de su tocayo Presley, siguió con “Blame it on Cain” de su último disco, el más country de su carrera, y continuó con “New Amsterdam” de Get Happy…. Vamos, que quería dejar claro que iba a tocar temas tan variados como prolija y variada ha sido su discografía.
Es cierto que se apoyó mucho en versiones acústicas, con la banda que llevaba no daba para versiones demasiado eléctricas (solo cogió una vez una guitarra eléctrica, de cuatro cuerdas, eso si), pero el resultado era sencillamente genial. Porque teniendo calidad y ganas de pasárselo bien, lo demás viene rodado.
Y fueron cayendo temas clásicos como “Red Shoes”, “Every day i write the book” o “I want you” mezclados con los de su último disco “Secret, Profane, and sugarcane”. Para entonces ya nadie se daba cuenta que no hubiese percusión.
En el primer bis llegó uno de los momentos más íntimos, con una versión casi irreconocible pero muy preciosista de “She”, el éxito de la película “Notting Hill”, y con la gente ya de pie, solicitando que aquello no acabase, llegó “Alison” y “Happy” y el final, el saludo, la despedida y la sensación de que había pasado por Sos el eterno miope, el ser pegado a unas gafas negras de pasta, el compositor prolífico que lleva 40 años creando piezas clásicas sin importarle modas y modismos. Y la única pena fue la ausencia de “Verónica”, su canción mas perfecta, los tres minutos más pop que ha creado jamás… y no fue por no insistir…
Previamente el aragonés Bigott, había dejado su sello de calidad en el mismo escenario. Difícil definir la música que practica. A ratos suena a Lou Reed, o a Cohen, o incluso a Joaquin Carbonell. No se parece a nada, pero se parece a muchos. Lo que parece claro es que es feliz haciendo lo que le da la real gana, que no intenta sonar a nada en particular, y que lleva una banda muy buena, acorde con el surrealismo de sus canciones. Solo le faltó la luna sobre el escenario, la invitó, pero no tuvo la deferencia de acercarse más.
Y así acabó la primera semana del festival Luna lunera en SOS. Pero queda más mucho más…