Pinups y a capelas en la primera noche Luna Lunera

Los concierto musicales son efímeros. Salvo que el concierto sea un espectáculo brutal, que ocurra algo inusual, o que la comunión entre público y artistas sea perfecta, pasará por nuestra memoria como algo rutinario, que con el tiempo se debilita el recuerdo, y supone un escueto momento. Dicho esto, y para comentar el concierto de Imelda May y Eli Paperboy Reed en el Festival Luna Lunera, voy a empezar por el final.

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Eli Paperboy acabó su concierto, cantando tres canciones a pleno pulmón, sin micrófonos y con la banda sin apenas poder usar los altavoces. Un problema técnico al final del primer bis, hizo que tuviera que reinventar el repertorio. Para entonces ya habíamos tenido tiempo de saborear las nuevas canciones del Bostoniano, y de reconocer y bailar las del disco que le ha catapultado a las primeras posiciones, y que le ha servido para llevarse el honor de ser el nuevo baluarte del soul blanco.

Impecable desde su vestimenta, a su manera de tocar con la banda The True Lovers, repasó con esa mezcla de sonidos entre Otis Redding y James Brown. No llegará tan lejos como el padrino del soul, posiblemente le falte carisma para eso, pero el soul tiene, de momento, a un defensor y a un intérprete que puede seguir llenando de ritmo las salas por las que pase. Reconoció, al igual que Imelda May, que el lugar donde estaba tocando era uno de los mas bonitos que había conocido y llevó al éxtasis a los espectadores.

El regalo de su interpretación “a capela” sirvió para demostrar que talento y voz tiene.

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Previamente habíamos tenido en el escenario a la irlandesa Imelda May, pura energía. Hizo un repertorio muy variado, desde rockabillys rabiosos, a blues, pasando por piezas jazzeras. Una mezcla también de recuerdos sonoros. Parecía que Billie Holiday se reencarnase a veces con una voz mucho mas desgarrada. Una Wanda Jackson del siglo XXI de la que tiene mucho. Mucho sentimiento rockero y mucho desparpajo de la novata casi recién llegada.

Se divirtió con el público, hizo cantar, corear, y patear. Ataviada como una estrella Pinup de las viejas estampas de los 50 devoró el escenario desde los primeros compases. Se sintió cómoda y lo demostró. Con solo un álbum en el mercado, aunque preparando el segundo, ya tiene un excelente repertorio para llevar por cualquier lugar que pase y demostrar que la nueva voz del llamado “Jazz-a-billy” tiene cuerda para rato.

Y con este plantel de momentos, recuerdos y sobre todo, sonidos y talentos, no es raro pensar que el primer concierto del Luna Lunera en Sos en este 2010, ha dejado el listón muy alto. Veremos si el resto están a la altura, me conformaría con que estuviesen cercanos a las sensaciones producidas por estos dos “monstruos” del panorama actual.