Mi amigo Fernando Sarría me ha publicado en su blog este relato que le mandé hace unas semanas. Gracias Fernando:
Nos veíamos a menudo. Al menos una vez por semana. Ella siempre venía con un libro en la mano. Lo llevaba forrado, no le gustaba que nadie supiese que estaba leyendo. A mi si que me dejaba mirarlo. En una ocasión, lo terminó mientras estábamos en el parque. Inmediatamente, le quitó el forro, lo guardó en el bolso, sacó uno nuevo, le puso el forro, y comenzó a leer. Cuando apenas llevaba unas páginas, lo cerró y lo dejó sobre la mesa.No quiero que pase tiempo entre que termino uno, y empiezo el otro, me dijo. Si tengo algo que leer, continuó, pienso que no vendrá la muerte a por mi. No puede venir si estoy con una historia a medias. Es una forma de ser inmortal.