Estaba sentada en una de las sillas metálicas del parque, en aquella terraza, que tantas veces había visitado en los últimos días. Estaba empezando a pensar en cambiar de sitio, o los camareros empezarían a sospechar de mi. Iba por la segunda cerveza, cuando vi que se acercaban dos chicos, de mi edad, mas o menos. Se sentaron cerca de mi mesa. Bien, pensé. Hoy habrá doble ración.
Al principio, no se fijaron en mi, casi nada. Estaban usando sus móviles, se reían, posiblemente estuvieran intercambiando números de teléfono. Como vi que tardaban en “echarme el ojo”, decidi ser yo la que provocase la situación. Me puse mirando hacia ellos, me mostré algo mas seductora. Bajé un poco el tirante de mi camiseta, y sonreí con picardía. Enseguida uno de los dos se fijó, pero no dijo nada. Me miraba de soslayo, para no despertar sospechas. Asi no podía seguir, asi que tomé yo la iniciativa. Otra vez, por cierto. Me levanté de mi mesa, y fui a la de ellos.
-¿Está libre este sitio?-pregunté.
-Te estaba esperando a ti-, dijo el que me habia observado antes.
Me senté, y con la excusa de que me explicasen como se podía mandar un mensaje con mi móvil, iniciamos una conversación, que acabó en una buena juerga. Primero en la terraza, donde estuvimos un par de horas, y bebimos mucho, sobre todo ellos. Lugo camino de mi casa, ya empezaron a mostrarse mas “abiertos”, y comenzaron a meterme mano. Pero yo les decia que esperasen a llegar a casa, que alli seria mejor.
Llegamos, les saque mas bebida. Seguia jugando a hacerme un poco la dura, pero dejandoles hacer, para que se confiaran. En la segunda copa, les puse los polvos en las copas. No se dieron cuenta. A partir de entonces tenia media hora. Por eso les dejé que me hicieran lo que mas deseaban. Al fin y al cabo era su ultima media hora, y sinceramente, no estuvieron nada mal. Me dieron cierta pena, cuando cayeron rendidos y dormidos por el efecto de la droga. Me vestí, los saqué al jardín y dejé que Tigretón hiciese el resto.
Y es que nadie me habia dicho que al crecer, la cria de tigre que me habian regalado, iba a necesitar tanta carne para subsistir. Y yo no podia permitir que se lo llevasen al zoo, o que se muriese de desnutrición.